Puede que hayas escuchado alguna vez que el estrés en el trabajo nos ayuda a mantenernos activos durante la jornada. Esto es verdad en parte, pero si entendemos el término ‘estrés’ en su significado real, comprenderemos lo negativas que pueden llegar a ser sus consecuencias y lo necesario que es aprender a controlarlo.
Estrés laboral: definición
Como decíamos, antes de hablar sobre técnicas de gestión del estrés debemos comprender qué es exactamente. Hace décadas que usamos este término de forma indiscriminada, restándole peso con ello, pero lo cierto es que el estrés entraña grandes riesgos.
Así lo deja ver la definición de la Real Academia Española (RAE):
Como puedes ver, aunque es una reacción natural y humana, el estrés no es algo positivo ni en nuestro ámbito personal ni en nuestra vida profesional.
Estrés en el trabajo: síntomas y consecuencias
Un poco de tensión en nuestro lugar de trabajo nos ayuda a motivarnos, pero el estrés laboral se puede convertir en un gran problema si se sufre en exceso. Entre otras cosas, tiene consecuencias tan negativas para la salud como lapsus de memoria, hipertensión, diabetes, afecciones dermatológicas, insomnio, depresión y enfermedades cardiovasculares.
En cuanto al aspecto profesional, también afecta negativamente a nuestro rendimiento y productividad, pues entre sus muchos síntomas encontramos la falta de concentración. Esto tiene implicaciones tanto para el trabajador como para la propia empresa.
Estrés laboral, ¿cómo combatirlo?
Estrés y trabajo parecen ir inevitablemente unidos, por lo que lo ideal es aprender a gestionarlo de forma que no afecte a nuestra salud ni a nuestro rendimiento profesional. Para ello, podemos seguir algunas pautas.
1. Planificación. Como decíamos, las situaciones de estrés en el trabajo son inevitables, pero nos será más fácil controlarlas si contamos con una planificación previa. Una buena idea es organizar, en medida de lo posible, toda la semana de trabajo, anotando el tiempo que queremos destinar a cada tarea y los inconvenientes que puedan surgir.
2. Priorizar tareas. En realidad este segundo punto formaría parte del primero, pues priorizar labores es esencial para una buena organización. Debemos ser conscientes en todo momento de cuáles son nuestras prioridades para cumplir con ellas y dejar lo secundario para más adelante, en caso de no tener tiempo para todo.
3. Delegar responsabilidades. Una de las causas más comunes del estrés laboral es la sobrecarga de trabajo. Tenemos que conocer nuestros límites y delegar responsabilidades de ser necesario. Asumir demasiados retos puede llevarnos a no cumplir ninguno.
4. Pensamientos positivos. La negatividad es una gran aliada del estrés en el trabajo. Pensar en positivo nos ayudará a relativizar los problemas y encontrarles solución.
5. Descanso. No sólo hablamos de dormir entre siete y ocho horas diarias, que son el mínimo aconsejado por los expertos. También hablamos de la desconexión y la relajación. Lo mejor sería dedicar un tiempo al día a realizar algún hobby que nos distraiga de la vida laboral, como pasear, ver una película o escuchar música.
6. Ejercicio físico. Con la actividad física liberamos endorfinas, mejorando nuestro estado de ánimo y reduciendo la tensión acumulada. Esto nos ayuda a relajarnos y a combatir el estrés en cualquier aspecto de nuestra vida.
7. Una dieta sana. La alimentación también influye notablemente. Es importante establecer una rutina diaria de al menos tres comidas: desayuno, comida y cena. Aunque también se recomienda comer algo suave a media mañana y a primera hora de la tarde. Es mejor evitar las sustancias que alteren el sistema nervioso, como la cafeína y el azúcar. Y por supuesto, hay que descartar el tabaco por completo.
8. Espacio de trabajo adecuado. Un entorno de trabajo saludable y confortable es absolutamente necesario para evitar el estrés. El orden, la limpieza y el silencio son las tres grandes claves para ello, además del equipamiento apropiado.
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